Comentario diario

MADRE

Terminó el tiempo Pascual, volvemos al tiempo ordinario, pero con una semana rellena de fiestas extraordinarias, y nada mejor que comenzar de la mano de la Virgen María, Madre de la Iglesia.

También es el segundo día entero en que una amiga, madre de seis hijos, vuelve a su casa tras un mes y pico en el hospital por un trasplante de médula. Tendrá que dejarse cuidar, pero no sé si una madre es capaz de dejar de hacer de madre, y más tras tantas semanas aislada de su familia. Si rezáis por ella seguro que os lo agradece. Pero las madres (buenas, que son casi todas), son así. Cuando en el confesionario una madre me dice que le falta paciencia le pregunto: ?¿Por qué me mientes? Yo no aguantaría a tus hijos ni 10 minutos seguidos y tu llevas años con ellos metidos en casa? Y si un hijo está enfermo, que también es el caso de esta amiga, aún se vuelcan y se exigen más.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

¡Menuda herencia le deja el Hijo a la Madre! La Madre que conoce la herida de la humanidad, de lo que el pecado de nuestros primeros padres había y estaba causando en la humanidad. Del precio del rescate y de devolvernos la salud, la salvación. A pesar de todo eso María acepta convertirse en Madre de la Iglesia. Una Iglesia que carga con mis pecados, mis dudas, mis debilidades, mis despistes?, pero que siempre está la Madre cerca. Cuando cada día voy moviendo entre mis manos las cuentas del Rosario le digo a María ¿Cómo nos aguantas? ¿Cómo me aguantas? ?, pero día tras día está su cercanía y su consuelo y con cariño te hace volver la vista a la cruz, y después al cielo. Por Cristo, te dice, porque yo te amo como Cristo te ama.

Es una pena ver a la Iglesia dividida por tantas cosas, muchas veces tontería y seguimos discutiendo quién es el más importante. Volvamos a María. Como nos anima el Papa, y así seremos una sola familia, una sola casa, una sola Iglesia.

Síguenos cuidando, Madre de Dios y Madre nuestra, aunque nos lo merezcamos tan poquito.

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